Para que lo lea con el café de la mañana.

jueves, 22 de noviembre de 2012




Voy a ser papá 



Nuestro bebecito tiene 15 semanas. En un portal de Internet, al que me suscribí segundos después de enterarme de que voy a ser papá, dice que nuestro bebecito ya comienza a oír las primeras voces del exterior, que ya comienza a acostumbrarse a los latidos de su propio corazón y que desde hace algunos días puede que se esté chupando el dedo gordo de la mano izquierda. O mejor, de su manito izquierda.

Los manuales aconsejan no utilizar diminutivos al escribir, pero cómo acatar esta norma si lo que se ve en la pantalla de la primera y segunda ecografía son simplemente unas piernitas, unos bracitos, un corazoncito, una naricita y su columna vertebral completica. Imposible cumplir esas normas al ser testigo en primera persona de algo tan pequeñito y tan hermoso que comienza a vivir, que es mío y lo será por el resto de mis días y de los de él o ella, porque aún desconozco su sexo.

El día que me enteré de que voy a ser papá tomé varias decisiones. La primera: llevo dos meses sin tomarme ni unita, ni una Póker, ni unita Águila, y eso que ya fui y volví a Villavo, que es prueba dura; ni siquiera una Becks sin alcohol, bebida digna de mencionar ahora, porque para quienes desconocen la historia, con una Becks engañé a Pilar en nuestra primera salida: mientras ella tomaba Club yo tomaba Becks, porque ella me gustaba tanto que no podía emborracharme y quedar mal en mi primera salida. A las 24 horas le confesé que la Becks no tiene alcohol. No es que no vuelva a tomar, pero a emborracharme, ojalá no.  

La segunda decisión es comprarme una bicicleta con esas sillas que van atrás, pero yo quiero que esa silla vaya adelante, para salir a la ciclovía, al parque, a la montaña y que desde esa cómoda posición el bebecito pueda ver todo el mundo que tiene por delante. Pero bicicleta, bebé y silla sin perro, sin dos perros, sin tres perros, no cuadra. Así que cuando se pueda me voy a comprar tres perros: un bulldog, un pastor alemán y un labrador. Mi esposa quiere una bóxer, así que tendrán que ser cuatro.

Y la última decisión fue seguir escribiendo, seguir escribiendo en este blog y escribir y publicar alguna vez aquella crónica que tengo pendiente en mi cabeza desde hace cinco años, para que el día que mi bebecito esté grande pueda alardear y chicanear con su papá y su mamá, así como hago yo con los míos.  Ahora yo ya no soy un mediapluma, mi pluma y mi vida, junto a mi bebé y mi esposa, están completas. Ya no soy mediapluma; ahora soy una plumacompleta. Dios nos bendiga a todos.