Para que lo lea con el café de la mañana.

martes, 12 de marzo de 2013

Carta a mi hermana


Hace más de cinco años que en casa ya no estás. Ahora es una casa más grande, y en unas pocas semanas, lo será aún más.  

Luego de un envidiable paso por uno de los sitios más lejos del mundo, porque aún nos seguimos preguntando “¿no pudo conseguir un sitio más cerquita?”; luego de meses de estudio, de mucha cerveza australiana, de conocer los pormenores del Islam y las delicias de la gastronomía ecuatoriana, de llorar y reír y de vivir una aventura extraordinaria, con leones y canguros incluidos, es momento, como Pi en "The Life of Pi", de emprender el viaje de regreso. Un viaje en el que solo tienes derecho a una breve escala para que le traigas regalitos a tu sobrina (ya te envié la lista por mail...).  Y solo una escala, porque quien mucho se despide, pocas ganas tiene de irse.

Empaca entonces tu diploma que obtuviste allá con esfuerzo y sacrificio, que aquí lo mandamos a traducir; empaca lo menos que puedas porque no hay cosa mejor que viajar ligeros de equipaje, por los aeropuertos y por la vida; despídete de los verdaderos amigos que encontraste allá y que gracias a Facebook, Twitter y Hotmail lo seguirán siendo; dile adiós a aquella ¡@#$%^ jefe que te contrató y luego no te renovó el contrato hace tres años y ponle un aviso en el panorámico del carro que diga “Aquí le dejo su ¡@#$%^&% casa pintada”; despídete de la que sí fue tu casa por un tiempo y que no lo será más. Porque el momento de regresar ha llegado.

 A Armando solo un breve: “nos vemos en un rato”, porque aquí es bienvenido y sé que pronto se reencontrarán. La decisión que has tomado de regresar es la correcta. Es por eso que con bombo y platillo al aeropuerto te vamos a ir a recoger, porque te has ido, te has quedado, has vivido, has aprendido inglés (espero que esa platica no se haya perdido), has luchado, has perseverado, lo has logrado. Y eso es lo que debes empacar en tu pequeño maletín de equipaje. Otra vez: asegúrate de que el regalito de María Antonia no se quede…

Las puertas de la casa, en la que hace más de cinco años no estás, se abrirán otra vez para ti, para que vuelvas bienvenida, para retomar el camino de la vida junto a tus papás, que son los míos, y junto a tu sobrina, que es mi hija. Bienvenida hermanita a casa otra vez. Aquí una pequeña te espera, una pequeña que algún día te dirá tía. Una pequeña que un día te va a preguntar: “tía, qué va a ser de ti lejos de casa”.

Aquí te dejo para que te vayas familiarizando otra vez con el español:

 
Te quiero. Juancho.