Hace más de cinco años que en casa ya no
estás. Ahora es una casa más grande, y en unas pocas semanas, lo será aún más.
Luego de un envidiable paso por uno de
los sitios más lejos del mundo, porque aún nos seguimos preguntando “¿no pudo
conseguir un sitio más cerquita?”; luego de meses de estudio, de mucha cerveza australiana, de conocer los
pormenores del Islam y las delicias de la gastronomía ecuatoriana, de llorar y
reír y de vivir una aventura extraordinaria, con leones y canguros incluidos, es momento, como Pi en "The Life of Pi", de emprender el viaje de regreso.
Un viaje en el que solo tienes derecho a una breve escala
para que le traigas regalitos a tu sobrina (ya te envié la lista por
mail...). Y solo una escala, porque quien
mucho se despide, pocas ganas tiene de irse.
Empaca entonces tu diploma que obtuviste
allá con esfuerzo y sacrificio, que aquí lo mandamos a traducir; empaca lo
menos que puedas porque no hay cosa mejor que viajar ligeros de equipaje, por
los aeropuertos y por la vida; despídete de los verdaderos amigos que
encontraste allá y que gracias a Facebook, Twitter y Hotmail lo seguirán
siendo; dile adiós a aquella ¡@#$%^ jefe que te contrató y luego no te renovó
el contrato hace tres años y ponle un aviso en el panorámico del carro que diga
“Aquí le dejo su ¡@#$%^&% casa pintada”; despídete de la que sí fue tu casa
por un tiempo y que no lo será más. Porque el momento de regresar ha llegado.
A
Armando solo un breve: “nos vemos en un rato”, porque aquí es bienvenido y sé
que pronto se reencontrarán. La decisión que has tomado de regresar es la
correcta. Es por eso que con bombo y platillo al aeropuerto te vamos a ir a
recoger, porque te has ido, te has quedado, has vivido, has aprendido inglés
(espero que esa platica no se haya perdido), has luchado, has perseverado, lo
has logrado. Y eso es lo que debes empacar en tu pequeño maletín de equipaje. Otra
vez: asegúrate de que el regalito de María Antonia no se quede…
Las puertas de la casa, en la que hace
más de cinco años no estás, se abrirán otra vez para ti, para que vuelvas
bienvenida, para retomar el camino de la vida junto a tus papás, que son los
míos, y junto a tu sobrina, que es mi hija. Bienvenida hermanita a casa otra
vez. Aquí una pequeña te espera, una pequeña que algún día te dirá tía. Una
pequeña que un día te va a preguntar: “tía, qué va a ser de ti lejos de casa”.
Aquí te dejo para que te vayas
familiarizando otra vez con el español:
Te quiero. Juancho.