Voy a ser papá
Nuestro bebecito tiene 15 semanas. En un portal de Internet,
al que me suscribí segundos después de enterarme de que voy a ser papá, dice
que nuestro bebecito ya comienza a oír las primeras voces del exterior, que ya
comienza a acostumbrarse a los latidos de su propio corazón y que desde hace
algunos días puede que se esté chupando el dedo gordo de la mano izquierda. O
mejor, de su manito izquierda.
Los manuales aconsejan no utilizar diminutivos al escribir,
pero cómo acatar esta norma si lo que se ve en la pantalla de la primera y segunda
ecografía son simplemente unas piernitas, unos bracitos, un corazoncito, una
naricita y su columna vertebral completica. Imposible cumplir esas normas al ser
testigo en primera persona de algo tan pequeñito y tan hermoso que comienza a
vivir, que es mío y lo será por el resto de mis días y de los de él o ella,
porque aún desconozco su sexo.
El día que me enteré de que voy a ser papá tomé varias
decisiones. La primera: llevo dos meses sin tomarme ni unita, ni una Póker, ni
unita Águila, y eso que ya fui y volví a Villavo, que es prueba dura; ni
siquiera una Becks sin alcohol, bebida digna de mencionar ahora, porque para
quienes desconocen la historia, con una Becks engañé a Pilar en nuestra primera
salida: mientras ella tomaba Club yo tomaba Becks, porque ella me gustaba tanto
que no podía emborracharme y quedar mal en mi primera salida. A las 24 horas le
confesé que la Becks no tiene alcohol. No es que no vuelva a tomar, pero a
emborracharme, ojalá no.
La segunda decisión es comprarme una bicicleta con esas
sillas que van atrás, pero yo quiero que esa silla vaya adelante, para salir a
la ciclovía, al parque, a la montaña y que desde esa cómoda posición el
bebecito pueda ver todo el mundo que tiene por delante. Pero bicicleta, bebé y
silla sin perro, sin dos perros, sin tres perros, no cuadra. Así que cuando se
pueda me voy a comprar tres perros: un bulldog, un pastor alemán y un labrador.
Mi esposa quiere una bóxer, así que tendrán que ser cuatro.
Y la última decisión fue seguir escribiendo, seguir
escribiendo en este blog y escribir y publicar alguna vez aquella crónica que
tengo pendiente en mi cabeza desde hace cinco años, para que el día que mi
bebecito esté grande pueda alardear y chicanear con su papá y su mamá, así como
hago yo con los míos. Ahora yo ya no soy
un mediapluma, mi pluma y mi vida, junto a mi bebé y mi esposa, están
completas. Ya no soy mediapluma; ahora soy una plumacompleta. Dios nos bendiga
a todos.