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martes, 18 de octubre de 2011

El muerto al hoyo y el vivo al baile

El día que mi viejo y un poco perdido amigo Wilson Giral me regaló la calcomanía de la manzana mordida que venía en su MAC lo único que yo quería era chicanear. Con trapo y una pequeña escuadra en mano bajamos hasta el parqueadero de mi oficina, limpiamos un pequeño espacio que se asomaba entre la placa del carro y el gancho de arrastre, y de igual manera como se forraban los libros cuando apareció el mágico papel contact, comenzamos a deslizar el adhesivo evitando con la escuadra que quedaran burbujitas de aire. Giral, diseñador al fin y al cabo, era un as con las manualidades. El adhesivo quedó perfecto.

En un par de ocasiones la manzana se convirtió en tema de conversación. Era de lo poco que se veía con claridad en medio del barro y el polvo que abundaban en la parte trasera del carro, como me encantaba mantenerlo.  Incluso recuerdo el día en que una amiga, esta no tan vieja, pero al igual que Giral, ahora un poco perdida, me dijo: “¿por qué pones eso ahí si no tienes nada MAC?, ¿te crees diseñador o qué?”. Lo que nunca llegué a imaginar fue que ese pequeño episodio sería el primer pequeño paso para comenzar a conocer a un señor que me inspiró, que me ha llevado en varias oportunidades a salir con bolsa blanca en mano de sus impresionantes tiendas, y que ahora que soy un poco, solo un poco menos bruto para la tecnología, me está dando una lección de vida.

Todas las frases que han salido citadas en los últimos días a raíz de su muerte son ciertas. Habría que ser muy ciego o muy sordo para no darles importancia. El creador y fundador de Apple siempre hizo lo que le gustó, siempre se esforzó, fue constante, perseveró y a pesar de que le ganó dos batallas a la muerte y salió derrotado en la tercera, hizo cosas grandes y dejó mensajes grandes para el mundo y para mí.  Yo a esta ya me la he encontrado en tres oportunidades, pero eso será historia para otra entrada o para un artículo en Soho. Ya veremos.

Primero fue la calcomanía, luego sus juguetes y hace tan solo un par de días entregué a impresión Los secretos de Steve Jobs, el último libro del año y el que me está impulsando a hacer y volver a hacer muchas cosas, entre ellas retomar este blog. Hacer promesas es difícil, eso lo he aprendido últimamente, pero comprometerse y esforzarse puede ser un poco más sencillo; por ello quiero esforzarme para volver a hacer ejercicio (ya llevó seis fines de semana seguidos jugando de lateral por izquierda y uno saliendo a ciclovía), para seguir leyendo como loco y continuar subrayando la lista de libros pendientes que tengo en mi cuaderno jean book, ver películas con juicio, quiero seguir sin tomar…tanto (y aunque pocos me lo crean hace mucho no me emborracho, hace mucho no amanezco, hace mucho no me gasto dos salarios mínimos legales vigentes en un mismo fin de semana, y todo eso se siente muy bien). Quiero seguir haciendo lo que hago, comenzar a hacer más cosas, y retomar otras.

El señor Steve Jobs murió, y muy joven: 56 años. De estar vivo hubiera seguido perseverando, intentando  levantarse cada día un poco más temprano, leer un poco más, dormir un poco menos, soñar mucho más en grande y ser feliz, todos los días. Ahora que no puede, seremos muchos los que lo intentaremos. Espero no defraudarme. Tal vez algún día los puntos se unan.

Nos vemos el otro martes, más temprano.

2 comentarios:

  1. Gracias por actualizar tu blog. ¡Por fin! Y la entrada está muy chévere. Mucha suerte con tus compromisos y trataré de leer el libro, que se ve muy prometedor.

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  2. "el magico papel contact".
    ;)

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