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miércoles, 6 de julio de 2011

Esto es una declaración de guerra


Hace un par de semanas mi mamá me confirmó el dictamen final: amputación de la pierna derecha, a la altura de la rodilla. El señor, padre de la mejor amiga de ella, ingresó al quirófano hacia las 11 am, y luego de dos horas, cuando la sierra había terminado su trabajo, todo era claro: una vida había cambiado. El señor, de cuyo nombre no quiero acordarme, jamás, jamás volvería a tener su pierna completa.

El tema tocó a la puerta de mi casa, pero los casos se cuentan por miles. Y aunque suene terco, puntilloso, envidioso o poco solidario, no puedo dejar de preguntarme: ¿por qué lo hacen? Y he comenzado a pensar que me estoy volviendo inmune o estoy entrando en el círculo vicioso, textualmente, de quedarme callado por respeto a los demás.

Pero no más. Yo nunca he sido fumador, pero hoy me declaro en guerra contra el cigarrillo, contra el hábito de fumar, contra esa enfermedad, más no contra los que lo hacen, porque sería injusto; además, quedaría más solo que el protagonista de The Road, la novela de Cormac McCarthy, ganador del Premio Pulitzer en el 2007. Mis estadísticas personales son asombrosas: de cuatro amigos con los que estuve en Villavicencio el fin de semana, todos fuman; de seis mujeres con las que almuerzo todos los días, todas fuman menos Loeber; de un par de amigos que mantengo del colegio, todos fuman; de los de la universidad, ni hablar porque todos cayeron ahí; y de un jefe que tengo, uno fuma.  Y así…

Y me declaro en guerra porque al paso que vamos creo que tendré que asistir a tantos funerales, visitar tantas clínicas y comprar tanto oxígeno como amigos tengo. Y si tengo que hacerlo, lo haré, pero no quiero. O tal vez nunca me toque porque me morí de una gripa. Lo que no puedo hacer es quedarme callado, asistiendo al suicidio en vivo y lento más grande de mi vida.

Unos datos: el consumo de tabaco representa el 10% de las muertes en el mundo. 5,5 millones de personas murieron en el 2010 por esta causa; se prevé que para el 2020 serán 7 millones y 8 para el 2030 (Fuente: el atlas del tabaco). Entiendo que es una pandemia, una cosa cerebral, una enfermedad y que salir de ahí no es fácil. Pero la pregunta es: ¿de esos millones cuántos serán amigos míos? Por eso hoy te declaro la guerra, cigarrillo del infierno.

Nos vemos el otro martes, espero.

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