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martes, 26 de abril de 2011

¡El paseo millonario lo llevamos por dentro!

Si usted llega a un terminal de transporte tarde en la noche y al percatarse de que ya no hay buses disponibles que lo lleven a su destino final ¿aceptaría que un extraño se le acercara y le ofreciera llevarlo hasta la puerta de su casa? Seguramente si usted vive en Bogotá la respuesta rotunda sería “no, muchas gracias”. Y saldría corriendo.

Así me sucedió en días pasados en un terminal de transporte de una pequeña ciudad: siete de la noche, viernes santo, y ni un alma en pena por ahí. Un conductor con un bus más viejo que él, pero con el corazón más grande de toda esa región se ofreció a llevarme, caro, pero se ofreció, que es lo que importa. Y claro, después de pensarlo me le subí. Un bus intermunicipal sin letrero solo para mí a esa hora de la noche era muy extraño y asustador. De seguro a las 3 cuadras se iban a subir unos ocho o  nueve a encañonarme y a sacarme lo poquito que llevaba.

Es una lástima, porque de tantas historias que escuchamos todos los días en los almuerzos, en la calle, en el transmilenio, en la casa, en los buses y taxis, los bogotanos estamos mal. Estamos totalmente traumatizados. Esta ciudad nos jodió la cabeza. A toda hora pensamos que nos van a robar, que nos están persiguiendo, que nos van a arrancar de un puñetazo el espejo del carro, que nos van a meter la mano al bolsillo para sacarnos el celular, que nos van a emburundangar, y que por supuesto, en cualquier momento, nos van a hacer el paseo millonario.

Pero da mucha, mucha alegría pensar en que no todo el país es o está así. Aquí también hay gente buena: no todos los que piden limosna son ladrones, no todos los que limpian vidrios se le quieren tumbar a uno el espejo o el stop del carro, no todos los desplazados que llegan a la ciudad son falsos, no todos los taxistas son ampones, y muy, pero muy poquitos conductores de bus de terminal de transporte de ciudad pequeña le quieren hacer a uno el paseo millonario. Por eso ese día ese señor, amable y sonriente, me llevó. Y fue por confiado que llegue bien a mi destino final.

Es que definitivamente el paseo millonario lo llevamos por dentro.

Nos vemos el otro martes.

2 comentarios:

  1. ¡Totalmente de acuerdo! El paseo millonario lo llevamos por dentro. Es traumático ser de esta ciudad. Pero cuando uno se encuentra con gestos de esos, amables, sin malas intenciones, da mucha tranquilidad: no en todos lados la gente es tan oportunista.
    Chévere esta entrada, Juanito.
    :)

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  2. No estoy del todo de acuerdo, pero esta buena la anécdota
    =)

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